Estambul, la ciudad más grande de Turquía, es conocida por muchas cosas: sus increíbles monumentos, su vibrante vida nocturna, su importancia histórica y la hermosa relación entre la ciudad y sus gatos. ¿Te sorprendió saber lo último? ¡Yo también!
Varios cientos de miles de gatos deambulan por las calles de la ciudad más grande de Turquía, y cada uno parece estar tan limpio como los humanos que viven allí. Estambul tiene una larga historia de cuidado de sus ciudadanos felinos que se remonta a los orígenes de la ciudad en el Imperio Otomano, por lo que tiene sentido que los gatos estén tan bien cuidados.
Siga leyendo para obtener más información sobre por qué los gatos son tan venerados en Estambul y qué están haciendo los ciudadanos para garantizar la salud de sus gatos callejeros.
La historia de los gatos en Estambul
La prevalencia de gatos en Estambul se puede vincular a la era otomana. El Imperio Otomano, también conocido como Imperio Turco, controló muchos países de Europa, Asia y África entre los siglos XIV y XX. La mayoría de las viviendas construidas durante este período eran de madera, lo que proporcionaba refugio y permitía que los ratones y las ratas prosperaran. Y todos saben donde hay ratones, hay gatos. Así, la presencia de gatos se convirtió en una necesidad para la ciudad como medio para controlar la población de alimañas.
¿Por qué todavía hay tantos gatos en Estambul?
Tiene sentido que la población de gatos de la ciudad aumentara durante el Imperio Otomano para controlar la población de ratas. Pero, ¿por qué todavía hay tantos de ellos en la ciudad hoy?
No hay mucha cultura de esterilización en Estambul. La mayoría de los gatos callejeros solo vivirán entre tres y seis años, pero la población sigue creciendo. Turquía también tiene una política general de no matar y atrapar, lo que podría aumentar la población de gatos.
¿Cómo tratan los residentes de Estambul a los gatos?
Los gatos callejeros en Estambul son una parte integral de la vida de todos. Una regla tácita para los ciudadanos de Estambul es que proporcionan a los gatos callejeros las necesidades de la vida: comida, refugio y agua. Los jardines y parques públicos tienen comida y tazones para los visitantes felinos y los propietarios construyen refugios para los animales callejeros para que siempre tengan un lugar seguro y cálido para dormir. Desafortunadamente, a medida que la población de gatos continúa creciendo en la ciudad, no hay suficientes refugios pequeños para alojarlos.
Otra regla tácita para los ciudadanos de la ciudad es considerar a los extraviados como de todos y de nadie al mismo tiempo. Esto se traduce en libertad e independencia para los gatos, al tiempo que les asegura comida, agua y refugio donde lo necesitan.
No es raro que el dinero de las cajas de propinas de los restaurantes se use para pagar facturas veterinarias de animales enfermos o para que los pescadores le roben una anchoa a uno de los perros callejeros que pasan el rato en su puesto. Muchos habitantes de Estambul sienten que es su deber cuidar de los gatos que deambulan por donde viven y trabajan.
Los gatos se sientan encima de los autos, toman siestas en los techos y frecuentan los restaurantes locales. No puedo imaginar una relación así con los gatos callejeros que encuentro aquí en Canadá. Aunque me encantaría cualquier gato callejero que vea, sé que pertenezco a la minoría. Nuestros gatos salvajes tienen poca o ninguna interacción humana y no se consideran mascotas como los de Estambul. Los vagabundos norteamericanos se quedan en las calles en el frío para valerse por sí mismos. Se les considera enfermos e indeseables.
La nueva Ley de Bienestar Animal de Turquía define a los animales como seres vivos, no como bienes. La legislación anterior castigaba los casos de crueldad con los animales con pequeñas multas porque los animales eran considerados mercancías (comparable a la destrucción de la propiedad). A partir de ahora, las personas que maten, maltraten o maltraten animales serán sancionadas con pena de prisión de entre seis meses y cuatro años.
Los gatos y el Islam
Turquía es un país predominantemente islámico y el Islam ha reverenciado al gato durante mucho tiempo, por lo que el país no es único entre otros países predominantemente musulmanes. Los musulmanes consideran que los gatos son la mascota definitiva y son venerados por su limpieza en la tradición islámica. Su limpieza ritual les permite entrar en casas y mezquitas.
Los gatos han sido venerados durante mucho tiempo en la religión islámica. El profeta islámico Mahoma prohibió a la gente acechar y matar gatos, y su compañero, Abu Hurayra, era conocido por su apego a los gatos. Abu Hurayra se traduce literalmente como «Padre de un gatito».
Muezza, un Absynnian blanco y negro, era considerado el gato favorito de Muhammad. Un día, mientras se preparaba para asistir a la oración, encontró a Muezza durmiendo en la manga de su túnica de oración. Entonces, en lugar de perturbar su sueño, le cortó la manga del vestido para no molestarla.
Gatos de Estambul en la cultura pop
Los gatos de Estambul son un fenómeno conocido en todo el mundo.
Hay un documental sobre la hermosa relación entre los humanos y siete de los gatos urbanos más queridos de Estambul. Kedi, un documental de 2016, recibió elogios de la crítica e incluso fue nombrada una de las mejores películas de 2017 por la revista Time.
Una página de Facebook llamada Los gatos de Estambul tiene más de 81,000 me gusta y el página de instagram del mismo nombre tiene más de 23.000 suscriptores.
Gli, un gato europeo de pelo corto, se hizo famoso por haber vivido en Hagia Sophia, una mezquita y sitio histórico en Estambul. Se hizo famoso cuando el expresidente Barack Obama visitó la mezquita en 2009 y se fotografió acariciándola. Lamentablemente falleció en 2020, pero no antes de obtener un Seguir Instagram de 112.000.
Pensamientos finales
La relación entre Estambul y sus gatos es preciosa. Visita la ciudad y te sorprenderá la cantidad de gatos que encontrarás. Podríamos aprender algo en Occidente sobre cómo tratar con nuestros gatos y perros sin hogar. Podríamos tratar a nuestros perros callejeros con el mismo respeto y amor que los habitantes de Estambul tratan a los suyos.